La gran serpiente

El primer libro que he leído en 2023 me ha resultado muy sorprendente. Es un libro que se lee muy fácilmente, es ágil, simpático y con muchos giros de guion que te dejan con la boca abierta y a su vez es cruel y despiadado, no sé si es humor negro o una disparatada matanza.

La historia se desarrolla en 1985, sin móviles y sin que la policía tenga acceso a la tecnología actual, a las bases de datos de ADN o a internet. En esa tesitura un inspector de policía se enfrenta a unos asesinatos en principio sin nada en común pero que, por disparatado que parezca, apuntan a una señora mayor, obesa, heroína de la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial; una viuda aparentemente simpática y amante de los perros que vive sola en una vieja casa apartada en un barrio residencial de Paris.

Como el propio autor comenta en el prólogo, a pesar de ser un conocido autor de novela negra había optado ya por dejar el género, pero ante la presión popular decidió rescatar este libro escrito en 1985 y que no había visto la luz antes y hacer con él su última aportación con la que, paradójicamente, era la primera novela negra que escribía.

Mathilde Perrin es una anciana sola, tierna, un poco despistada, despiadada y brutal. Tiene problemas de memoria y tendencia a olvidar los detalles, sin embargo cuando se concentra en una idea es certera y eficaz. El libro te transmite a parte iguales, ternura y espanto. Las historias se entremezclan de una manera muy efectiva para llevarte a lo inesperado. De repente sientes una ola de simpatía y un momento después de horror. Sin dejar de lado la ironía y con un lenguaje muy llano la deliciosa inmoralidad de Mathilde te desespera, la ineficacia de la policía te corroe y la ternura de los perros que tienen la desgracia de cruzarse con la historia te entristece.

Un libro sorprendentemente divertido y fresco que recomiendo a todo el mundo, no se necesita ser un gran lector para dejarte atrapar por una historia tan loca e inesperada desde el principio hasta el final.

Próximo libro «El resurreccionista» (Lucas Barrera)

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