Empezamos por el final

A priori no soy una entusiasta de la novela negra, pero ésta en concreto me fue muy recomendada por alguien de quien me fio y además tenía muy buenas críticas, así que me decidí a leerla.

A ver, es una novela negra, hay muertes, asesinatos, sospechosos, juicios y condenas, todo lo esperable en el género. Pero eso solo es el marco donde está pintado el cuadro, el libro es mucho más que eso. La pérdida de la inocencia y de la infancia, las historias que no se cierran, el dolor acumulado, la apisonadora de la vida que no entiende de justicia ni de reparación, todo eso teje un entramado de historias que retratan a un grupo de personas marcadas por una tragedia, ocurrida treinta años atrás.

La historia comienza con una muerte, la de la pequeña Sissi, de siete años. El responsable de su muerte es el novio de su hermana Vicent King de quince, fue un atropello accidental pero el sistema judicial del Estados Unidos envía a un adolescente a una cárcel para adultos de la que sale treinta años después, convertido en un hombre duro y sin una sombra del niño que fue.

La muerte de la pequeña destroza la vida de sus padres, de su hermana Star y marca a fuego la vida de la pequeña comunidad de Cape Haven, un pueblo costero que a pasos agigantados se está convirtiendo en destino turístico pillando a los habitantes de toda la vida con el paso cambiado.

El relato está contado alternando el punto de vista de sus dos protagonistas, por un lado el Jefe de policía Walk, el mejor amigo de Vincent hasta que entró en la cárcel y por el otro de la pequeña Duchess, la hija de Star, la viva imagen de su tía la pequeña muerta, una adolescente marcada por una madre incapaz de superar todo lo que pasó y cuya única preocupación es cuidar de su hermano pequeño Robin de cinco años, ella se encarga de que coma, de que lleve las tareas, de que no sea muy consciente del estado de su madre y de que tenga una infancia como cualquier otro niño, como la que ella no pudo tener.

Vincent sale de la cárcel treinta años después a un mundo que casi no conoce, en un pueblo donde todos le temen y donde solo tiene a su amigo Walk, aferrado a un pasado que ya no puede volver pero que se niega a soltar. Duchess se enfrenta a la salida de la cárcel del hombre que marcó a su familia para siempre y decide que la única forma de sobrevivir es siendo una forajida, como los antiguos héroes del Oeste americano, tomándose la justicia por su mano y sin dejar que nadie la avasalle, ni a ella ni a su hermano.

El estilo empleado por el autor, cargado de metáforas y comparaciones, con un ritmo pausado y describiendo todo lo que rodea la trama, te transporta a Cape Haven, a Montana y a los diversos lugares donde transcurre la novela, realmente está muy bien escrita. La historia es desgarradora, la vida de los personajes por momentos es tan conmovedora que te deja con el corazón encogido. El tejido que envuelve la vida de los personajes los atrapa una y otra vez y a duras penas consiguen moverse a través del hilo de sus historias, cada vez que la esperanza les hace levantar un poco la cabeza, la realidad les pasa por encima y los vuelve a hundir.

Duchess aprende demasiado pronto que la vida no es justa, que todas las historias, incluso las que parecen perfectas tienen detrás su porción de dolor y que desear algo con todas tus fuerzas no implica que se haga realidad. Pero a pesar de todo los personajes aprenden a vivir con sus vidas, sus miserias, sus dolores ocultos y a dirigirse al único lugar posible, hacia adelante.

Un libro precioso y conmovedor y sí, también una novela negra.

Próximo libro «Cuenta a las abejas que me fui» (Diana Gabaldon)

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