Llevaba mucho tiempo queriendo leer esta novela. Creo que más o menos casi todo el mundo sabe de qué va o al menos entiende expresiones como «Gran Hermano» o «policía del pensamiento». Cuando queremos referirnos a una situación de falta de derechos o de opresión usamos el adjetivo «orwelliano». En general es sabido que el libro es una distopía sobre una sociedad sin libertad y totalmente controladora.
El mundo en 1984 está dividido en 3 continentes que engloban la mayor parte de los países, asimismo la sociedad está también dividida en 3 clases sociales: los «proles», la masa analfabeta que es fuerza de trabajo y a la que se mantiene sumisa y tranquila proporcionándole entretenimientos generados automáticamente; el «partido exterior», funcionarios y trabajadores cualificados que se dedican a mantener el sistema y cuidar de que todo funcione, son vigilados constantemente y no tienen libertad de acción ni de pensamiento; y el «partido interior» los idearios y fundamentalistas del régimen, la policía del pensamiento y los opresores. Por encima de todos ellos está el «Gran Hermano» cuyo rostro domina todos los lugares y es el gran dictador que cuida y vigila que el sistema funcione a la perfección.
Wiston Smith es un trabajador del partido exterior, un funcionario que trabaja modificando las noticias para que se adapten a la «realidad» que impone el Partido y que un día decide empezar a escribir un diario. Ese acto de rebeldía o «crimental» es el inicio de la historia y le llevará a plantearse todo el sistema y a enfrentarse a lo establecido como correcto.
Las similitudes con situaciones que nos encontramos hoy en día son las que hacen que la novela sea terrorífica, los habitantes de Oceanía, el continente donde está Londres que es donde se desarrolla la novela, viven continuamente vigilados por una telepantalla, tan parecida a las que todos llevamos en el bolsillo que asusta. El Gran Hermano que controla todo lo que hacen los habitantes nos lleva a reflexionar sobre la situación de personas como Snowden o Assange actualmente. La neolengua, el idioma que el partido intenta imponer para simplificar el pensamiento y hacerlo cada vez menos abstracto tiene mucho que ver con lo políticamente correcto que se establece desde las instituciones. El periodismo adaptado a lo que nos intenten vender como verdad dependiendo de quien lo cuente aunque para ello haya que mentir u ocultar datos, los dos minutos de odio que parecen sacados de Twiter, el «pan y circo» para entretener a las masas, la guerra constante para justificar los gastos y la carencias del sistema y tener a todo el mundo controlado con el miedo a lo de fuera… Es una distopía, un mundo imaginario, pero lo horrible es que somos capaces de creernos que algo así es posible.
Por otro lado creo que no ha sido la mejor idea leerme este libro durante una pandemia mundial que nos ha tenido a todos confinados en casa, igual en otro momento no me habría impresionado tanto.

Próximo libro «Te llamaré Viernes» (Almudena Grandes)
Gracias
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