Estrella Doble

Tenía muchas ganas de conocer mejor la obra de Robert Anson Heinlein. De los tres grandes maestros de la ciencia ficción, Isaac Asimov, Arthur C. Clarke y Robert A. Heinlein, este último era el más desconocido para mi. Me he leído todo la obra de Asimov traducida al español y también me he leído y, como no, visto la Odisea Espacial más conocida de Clarke. Pero de Robert Heinlein solo conocía Straship Troopers, la película, y una obra pequeñita y muy simpática que leí hace muchos años y que me encantó, «La bestia estelar» que siempre me ha parecido una genialidad por el humor y el inesperado giro de los acontecimientos que plantea.

Elegí Estrella Doble por que tenía buenas críticas y por que fue relativamente fácil de conseguir, teniendo en cuenta que la ciencia-ficción clásica está ya bastante descatalogada en muchos sitios.

El Gran Lorenzo es un actor de método, que ha alcanzado algo de fama a base de trabajo duro y esfuerzo, criado por un estricto padre, también actor, que le exigía dar lo máximo de si mismo en cada papel. Aún así no había terminado de alejarse de la precariedad del trabajo de actor novel. El Sistema Solar ha formado un imperio extraplanetario formado por la Tierra, la Luna y al que se han unido Venusianos, Marcianos, los habitantes de Ganímedes y las colonias humanas desperdigadas por todo el Sistema. El parlamento del Imperio lo componen el partido Humanista que defiende la supremacía humana del Sistema Solar y una coalición de partidos que forman el ala Expansionista que abogan por que haya una representación de todas las especies para preservar la paz a largo plazo.

Al Gran Lorenzo le llega una peculiar oferta de trabajo. El líder expansionista y antiguo Primer Ministro, John Joseph Bonforte, ha sido secuestrado cuando iba a recibir el gran honor de ser adoptado por un nido marciano. Debido a la peculiaridad de la cultura marciana, no presentarse a tal acto sería un desprecio imperdonable y supondría el fin de las pretensiones del partido. Lorenzo tendría que reemplazarlo hasta que puedan encontrarlo, probablemente en unos días. Para ello tiene que apelar a sus conocimientos de actor, aprender la forma de expresarse, de moverse y hasta de pensar de Bonforte de manera que engañe hasta a sus más allegados. Como es esperable la trama se complica mucho y acaban siendo más de unos días y el libro se convierte en un análisis bastante certero del funcionamiento de la política y la sociedad en general.

Me encanta la ciencia-ficción de los años 50 del siglo XX y esa inocencia de los años previos a internet cuando buscaban nombre extraños para los aparatos de comunicación más simples de hoy en día o fantaseaban con poder mandar documentos «escritos a máquina» a cualquier lugar. Cuando los marcianos eran posibles y el universo era mucho más pequeño y asequible.

Próximo libro «Añoranzas y pesares» (Tad Williams)

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